Tres años ya, quien lo iba a decir, llevamos participando en
el Campeonato Nacional de Puzzles. Como dice mami esto empieza a ser una
tradición. Igual que anticipas con ilusión los días de piscina o los viernes
para jugar con Stella, anticipas ilusionado tu viaje en tren a Madrid para
jugar a los puzzles.
Pasan los años, cambian los puzzles, y cambian también las
emociones. Jamás olvidaré el primer año: cuánta ilusión pero también cuánto
miedo a que pudiera pasar algo. Era nuestro reto, y lo superamos. Sin duda
AEPUZZ tuvo mucha culpa de nuestro éxito, colaborando en todo lo que les pedí y
animándome a participar. Pudimos demostrar que con las herramientas necesarias
eres capaz de todo.
El año pasado fue el de la confirmación. Estuvimos a punto
de no participar pero de nuevo tus amigos de AEPUZZ (personificado en Jesús Casellas) nos dieron el
empujoncito definitivo para que su amigo tan especial y su papá no faltaran a
su cita puzzlera.
Y este año… no tengo palabras para expresar lo ocurrido este
año. Este año apenas has hecho puzzles, parecía que hubieras perdido el interés
en ellos. Sin embargo en el cole nos contaron que desde que te anticiparon el
viaje a Madrid empezaste a coger de nuevo los puzzles.
Como todos los años nos pusimos nuestras camisetas y nos
dispusimos a bajar al salón del hotel para participar en el campeonato. Abrimos
la puertas y partir de ese momento parecimos transportarnos a un cuento, un
cuento titulado “LA REINA, EL MAGO, Y UN NIÑO ESPECIAL”
Érase una vez unos padres y un niño que viajaban a la
capital del reino desde un pueblo lejano del sur. Todos los años marchaban al
CASTILLO DE LA REINA para competir en un Campeonato de Puzzles, pues su hijo,
un niño muy silencioso que no mostraba interés por las personas pues estaba
hechizado por un malvado brujo llamado AUTISMO, tenía una rara habilidad para
realizar puzzles.
Llegaron al castillo y al abrir las puertas del salón les recibió la mismísima REINA DE LOS PUZZLES. Reconoció al niño al instante, una sonrisa se dibujó en su cara y corrió a abrazarle, un abrazo de viejos amigos que se ven una vez al año, allí, en el salón del reino. Ella sabía que el niño posiblemente no le hablaría, pero no le importaba, sabía cómo era y respetaba su diferencia.
Llegaron al castillo y al abrir las puertas del salón les recibió la mismísima REINA DE LOS PUZZLES. Reconoció al niño al instante, una sonrisa se dibujó en su cara y corrió a abrazarle, un abrazo de viejos amigos que se ven una vez al año, allí, en el salón del reino. Ella sabía que el niño posiblemente no le hablaría, pero no le importaba, sabía cómo era y respetaba su diferencia.
Casi sin tiempo de recuperarse de tan emocionante encuentro los padres vieron como se acercaba él. Sabían de su existencia mas nunca lo habían visto. Era el GRAN MAGO DE LOS PUZZLES. Se acercó a ellos, pues había oído y leído sobre el niño especial y ansiaba conocerle. El saludo del GRAN MAGO mostraba su admiración hacia el niño, parecía como si reconociera en él a otro pequeño mago de los puzzles. Una vez allí los padres fueron a presentarse ante el PRIMER MINISTRO quien, como todos los año exhibió la mejor de sus sonrisas al ver al niño.
Como podéis imaginar después de conocer a la REINA y al MAGO, y volver a ver al PRIMER MINISTRO ya nada podía salir mal… o sí. Empezó el concurso y los padres observaban que ese malvado brujo llamado AUTISMO había hechizado de nuevo al niño. No ponía piezas, casi ni las tocaba, estaba ausente. Hasta que de repente el hechizo desapareció y empezó a colocar piezas, una tras otra. Ahora pienso que quizás la REINA y el GRAN MAGO tuvieran algo que ver en ello.
Y entonces pasó. Mientras padre e hijo seguían poniendo piezas el PRIMER MINISTRO anunciaba que la REINA había vuelto a ganar el campeonato. La sorpresa fue generalizada cuando todos vieron que la REINA se levantaba de su trono para dirigirse hacia el NIÑO ESPECIAL y sus padre y decirles: “VOSOTROS SOIS LOS AUTÉNTICOS CAMPEONES”.
Al poco tiempo llegó el GRAN MAGO para animarle e impedir que el maldito brujo volviera a hechizarle. Luego llegaron amigas puzzleras que habían compartido mesa con el niño en campeonatos anteriores. Incluso los trovadores del reino se acercaron para vivir los últimos instantes del campeonato con el niño.
Y el reloj se paró, el campeonato había finalizado. Los padres y el niño abandonaron el salón con los trovadores pues éstos querían hablar con sus padres sobre ese niño y su especial habilidad puzzlera. El GRAN MAGO les dijo que él se encargaría de recoger el puzzle. Pasados unos minutos, mientras padres y trovadores conversaban, llegó el GRAN MAGO y con una sonrisa de felicidad entregó a los padres el puzzle mientras anunciaba: “274 piezas”. Lo habían vuelto a conseguir, habían superado el número de piezas del año anterior.
Y entonces pasó. Al entregar el GRAN MAGO la caja del puzzle al padre, éste sintió algo extraño. Abrió la caja y lo que vió lo sorprendió. Ante sus ojos tenía un puzzle completo, hecho, de 274 piezas. No era el puzzle del concurso; era un puzzle de un muro azul hecho de piezas de puzzles con una frase pintada en él en tonos rojizos. Una mano pequeña, de niño, sostenía la última pieza que completaba el puzzle; esa mano infantil era a su vez ayudada por muchas manos para colocar esa última pieza. Los padres reconocían esas manos: las mano de la REINA, las del GRAN MAGO, las del PRIMER MINISTRO, las de las compañeras puzzleras de años anteriores, y esa mano pequeña, la mano que todos los días cogen para llevarlo por este mundo tan difícil de entender para él. Sobre el muro azul se podía leer
“RESPETO Y
ADMIRACIÓN”
Los padres con lágrimas de felicidad se miraron. Cerraron la caja y… ya no había castillo, ni reina, ni mago. Solo vieron a FER IGLESIAS marchar hacia al salón del campeonato de puzzles…
Y no sé porqué será pero cuando leo el cuento la REINA me la imagino como DEMELZA BECERRA, al GRAN MAGO como a FER IGLESIAS, al PRIMER MINISTRO como JESÚS CASELLAS y esas amigas puzzleras que se acercaron al niño como JAXELINE, MONTSE, LAURA y MARTA.