Cuando Nuestro Héroe del Silencio y sus padres llegaron a ese lugar los recibió una mujer. No tenía nada de especial: no era alta ni baja, gorda ni delgada... No parecía que ella fuera una hada, seguramente sería la secretaria, o la conserje del lugar. Pero esa mujer lo estaba esperando desde hacía ya tiempo. "Tú debes de ser J..."
Al principio Nuestro Héroe trataba de escapar de ella, corría por todos sitios, subía, bajaba, jugaba nervioso... "¿Dónde están las hadas madrinas?, este lugar no es mágico. ¿Por qué Nuestro Héroe está siempre con esa mujer y no con las hadas?" Esa mujer iba tras él y se desesperaba porque no podía alcanzarlo y entrar en su mundo.
Poco a poco algo fue cambiando. Nuestro Héroe del Silencio comenzaba a decir más y más palabras, comenzó a salir de su mundo para entrar en el nuestro, y sobre todo ya no escapaba de ella, sino que corría a buscarla para abrazarla y besarla.
Pronto descubrimos el secreto: esa mujer no era lo que parecía ser. Pero tampoco era una hada madrina. Esa mujer era... ¡una bruja!, pero una bruja buena. Todos los días, una vez que nos habíamos marchado ella usaba sus poderes mágicos para transformarse en china, en un fiero león, en una intrépida capitana pirata, etc para mostrarle así a Nuestro Héroe cuán divertido podía ser nuestro mundo y atraerlo a el. Descubrimos como en su caldero mágico preparaba chupa-chups encantados, galletas mágicas para dárselas como recompensa a Nuestro Héroe cuando hacía algo bien.
Otras veces realizaba un conjuro mágico y lo llevaba a lugares desconocidos para él como un zoológico, un museo de miel, una granja... Junto a ella Nuestro Héroe fue descubriendo cuanta magia hay en nuestro mundo.
Esta bruja le enseñó una vez a un ser tan mágico como ella. Se llamaba Papá Noel. Y Papá Noel le susurró al oído a Nuestro Héroe algo que cambiaría la vida a muchas personas...
Y así fueron pasando los días hasta que un buen día Nuestro Héroe cogido de la mano de la bruja se plantó delante de todos y, hechizado por ella que no dejaba de mirarlo recordó lo que Papá Noel le había dicho:
"Ya llegué yo, soy Agosto y hago magia. Lleno las playas de gente y dejo las ciudades vacías"
Y en ese momento cambió la vida de todos los que estaban allí. Todos olvidaron sus problemas personales, la crisis, las tristezas... y todos se llenaron de alegría. Y la bruja... bueno la bruja ese día fue menos bruja y más humana. No cabía en sí de gozo. Había descubierto la magia de la Navidad.
Pero aunque todo era maravilloso en ese lugar la Bruja sabía que Nuestro Héroe tenía que seguir su camino, debía salir de ese lugar encantado para seguir conociendo el mundo. Por eso cuando unos ogros intentaron hechizar a nuestro Héroe para que no pudiera salir de allí, ella usó todo su poder para ayudar a Nuestro Héroe a encontrar una salida, a sabiendas de que eso le produciría a ella un gran dolor, una amarga felicidad. Y ella misma con gran tristeza pero sabiendo que hacía lo correcto fue a hablar con otras hadas madrinas y otras brujas buenas que habitan en otro lugar mágico, un pinar que está en lo más hondo para que acepten a Nuestro Héroe y le sigan enseñando las cosas bonitas de nuestro mundo.
Y nuestro Héroe se marchó de ese lugar mágico, ese lugar que tanto quisimos y tanto queremos. Y no, no es un bosque encantado como podríais pensar, son LAS DUNAS mágicas.
Y la bruja lloró; lloró de felicidad por el trabajo bien hecho, lloró al ver que aquel niño que un día llegó se marchaba más persona, menos "autista"; lloró porque su poción mágica de amor, comprensión, aceptación, había funcionado. Y sobre todo lloró porque había descubierto que ya para Nuestro Héroe ella jamás sería una bruja. Se había convertido en... SU SEGUNDA MAMÁ
y ¿quién es ella? Nuestro Héroe cada vez que ve su foto nos lo dice... LA SEÑO INMA.
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