Aún recordamos ese primer día, hace 4 años, cuando lo
cogisteis de la mano y lo llevasteis con vosotros. ¿Recordáis esas primeras
clases cuando se pasaba de una calle a otra? Teníais la solución mágica: quitarle
la riñonera para que se hunda y se asuste. Y ¿qué pasó? Nuestro Héroe salió
buceando con toda soltura. Una sonrisa se dibujo en vuestras caras. Si ya le
teníais cariño, desde ese momento conquistó vuestro corazón.
Este viaje ha sido duro. Es duro tener que estar en el
borde de la piscina aguantando a tu Héroe. Es duro ver que siempre llegaba el
último, es duro ver que no obedece… Tantas durezas. Cuantas veces los padres de
este niño tan especial se plantearon quitarlo del grupo, y cada vez que os lo sugerían
siempre contestabais: “Tranquilos”, “tiene que estar con los demás”, “cada día
está mejor, hoy lo ha hecho muy bien”
Sin embargo vosotros conseguisteis hacer de este duro
viaje una dulce travesía. Cuántas risas, cuántas volteretas, cuántos saltos…
Cuánta alegría ver que Nuestro Héroe contaba los días para que llegara el
sábado e ir a la piscina con sus profes.
Siempre apostasteis por él, a pesar de las dificultades,
a pesar de la carga de trabajo extra que os suponía, a pesar de sus diferencias
y limitaciones. Frente a todas estas adversidades pusisteis mucho amor, mucho
cariño, mucha paciencia, mucho trabajo. Todo lo bueno que se pueda imaginar lo
pusisteis… y mucho. A cada sugerencia de los padres os poníais manos a la obra.
¿Recordáis como para ayudarlo a hacer la gimnasia hacíais los ejercicios
siempre en el mismo orden y contando hasta 10?.Por eso cada vez que llegábamos
a la piscina y no os veíamos el miedo se apoderaba de nosotros.
El tiempo fue pasando, Nuestro Héroe se ha ido haciendo
mayor, ese pececito, el único de cuatro años que no llevaba riñonera, tiene ya
8 años. Había llegado el momento. Después de pensarlo mucho, de hablarlo con los
profesionales que luchan por abrirle las puertas de nuestro mundo, decidimos
que teníamos que dar el paso. Nadar, que tanto le gusta, tenía que pasar a ser
una actividad totalmente placentera, sin las ataduras que suponían estar en una
clase. No sabíamos como decíroslo, temíamos que vosotros quisierais seguir luchando,
apostando por él, como siempre habéis hecho.
Pero lo entendisteis. Supisteis ver que ya era un pez
grande, un pez que solo quiere jugar, ser libre y feliz, en el mundo que quizás
más le guste, el agua.
Por eso cada vez que entramos en la piscina y os vemos
con todos los niños una sonrisa de nostalgia y felicidad se nos dibuja en la
cara. De nostalgia por los buenos momentos vividos. De felicidad porque aunque nuestro Pez ya se fue hoy tenéis a otro pececillo que sin duda os lo
recordará…
Gracias Carlos, gracias MariCarmen
No hay comentarios:
Publicar un comentario